Últimamente parece que el positivismo inunda cada rincón de nuestra vida, o por lo menos así lo muestran las redes sociales, llenas de frases motivadoras para empezar los días con una gran sonrisa. Pero eso no queda ahí, cientos de empresas se dedican a llenar nuestras vidas de productos con mensajes positivos, y otros miles de blogs y webs nos dan las claves o consejos para ser feliz. Y todos ellos acaban diciendo que la vida se compone de los pequeños momentos y que, por ello, debemos disfrutar de los pequeños placeres de la vida.
Yo soy una gran fan de todo esto, no puedo negarlo. Soy de esas personas, tal vez ingenuas, que creen que las sonrisas pueden cambiar el mundo. Y no, no es postureo, tal vez sea pura credulidad. Sin embargo, me he dado cuenta que hemos acabado convirtiendo las frases motivadoras en meros tópicos, y las sonrisas sinceras en puro postureo para llenar de “me gusta” las redes sociales. Que la gente ha dejado de creer que los días mejoran si sonríes, y ha empezado a sostener que los pequeños placeres están bien para aquellos que no tienen grandes problemas que solucionar.
No obstante, yo no me rindo, y menos ahora. Creo firmemente en que los días mejoran si los ves con buenos ojos, que a pesar de los problemas hay que ser positivo porque funciona; y que lo más importante y aquello a lo que debemos dedicarle todo nuestro tiempo es la gente que nos rodea. En este último mes he podido comprobarlo, porque los tuyos siempre están ahí, creyendo en tí cuando incluso tú has dejado de hacerlo, sacando ánimos de debajo de las piedras para regalártelos a ti. Me he dado cuenta de que pase lo que pase la gente que me quiere de verdad seguirá estando siempre ahí, rodeándome por si me caigo o me pierdo.
Y tal vez muchos dirán que es fácil porque soy joven e inexperta, que no sé de la vida y que lo que yo tengo no son problemas. Pero creo que la vida nos pone las dificultades que podemos soportar, y que cada momento es diferente, y que al fin y al cabo, ese argumento no es más que una excusa para no hacer el esfuerzo de ser positivo.
Sí, la vida a veces da miedo. A veces nos sentimos perdidos, nos da miedo no saber si acabaremos pasando de curso, si conseguiremos trabajo o si nos irá bien si cambiamos; si tendrá éxito nuestro nuevo proyecto, o simplemente como vamos a pagar las facturas.
La vida es complicada, nadie dijo que fuera fácil. Pero tenemos que vivirla. No podemos dedicar más tiempo a preocuparnos de los problemas que a ocuparnos de ellos. La vida es para vivirla, para disfrutar de la gente que nos rodea, porque serán ellos los que estén cuando hayas suspendido o aprobado, o cuando te despidan o te asciendan. Y está bien tener metas, proyectos, objetivos que cumplir y alcanzarlos y sentir que podemos hacerlo, pero sin olvidarnos de lo que de verdad importa.
Salgamos a la calle y sonriamos a la vida. Rompamos los tópicos, demostremos que son puras verdades, la felicidad no tiene porque ser una utopía. Sonreír en tiempos difíciles cuesta, pero no es imposible. Salgamos a la calle y seamos felices de verdad.
“Y como no sabía que era imposible, lo hizo”
P.D.: la imagen de la cabecera es de ZARA